La tecnología sorprende por la fascinación que produce y por su fuerza diagnóstica y terapéutica. En la medicina , quien no lo hace queda fuera del juego de la modernidad científica y marginado de los beneficios económicos que supone explotarla. Ese juego, muchas veces insano, genera otro problema inmenso. Aleja al médico del paciente y atenta contra el corazón de la medicina: la relación médico paciente.
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